En Orilla en Migjorn, se captura la magia de los atardeceres en Formentera. El sol tiñe el cielo de dorado, naranja y rosa, reflejándose en la arena y el mar. Contemplarlo es como pasear por un jardín en flor, con cada color envolviendo los sentidos. La brisa acaricia la piel mientras el mar y el cielo se funden en pura armonía. Cada atardecer es una obra efímera, un regalo para quienes saben detenerse a admirarlo.